Esta es mi noche lamentable (a plena mañana, el sol acercándose a su cenit)
oscuridad espesa y pesada, como nadar en brea,
como si el tiempo se desviara y de repente las horas fueran más largas y más tortuoso el resistirlas,
sólo, escondido hasta de la luz de los pasillos,
esperando quizá una condena, un fusilamiento sin preaviso, sin un último deseo material.
La ventana está ya abierta, se oye música de cuervos y de culpas y vergüenzas
una decepción profunda rasgando el aire como una saeta ineludible,
alcanza... hiere... quema.
Sobre el suelo, como sin vida,
mi humanidad atravesada sangra penas trasparentes por los ojos,
desnuda por encima de la ropa, inocuo, vulnerable
tal la culpa, tan trágico el suceso, tan vaga la esperanza
y aún así tan inevitable el camino.
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